Neurodidáctica

Enseñar y aprender con todo el potencial del cerebro

lunes, 14 de noviembre de 2011

DESCUBRIR LA NEURODIDÁCTICA



¿QUÉ ES NEURODIDÁCTICA?

Antes de responder a esta pregunta, recordemos otra que ya habíamos planteado en un apartado anterior ¿realmente logra la escuela, en especial la educación preescolar y la de primero de básica primaria, comunicar lo que estos estudiantes necesitan para su formación? competente?
 Gráfico 1: El gráfico anterior ilustra el descenso en el número de alumnos matriculados por grado en 2002, y el número de repitentes por grado para todo el país (Fuente: MEN, DANE C-600, Secretarías de Educación)
Al parecer no. De lo contrario, no se hubieran registrado tan altos grados de repitencia y deserción (ver gráfico 1). Ahora bien, reflexionemos en torno a otras preguntas: ¿Cuáles serán las razones de este fracaso escolar? La respuesta puede ser trasladada, entre otras disciplinas, a la didáctica en general y plantearle ¿Por qué las investigaciones del cerebro se han quedado por fuera del análisis del fracaso escolar? En última instancia, todo aprendizaje tiene lugar en el cerebro. Por eso, “la neurobiología representa necesariamente el fundamento científico sobre el que se deberían edificar las teorías didácticas modernas” (Preiss, 2003: 39).

De esta idea, parte una nueva disciplina denominada “Neurodidáctica” que, como lo plantea su fundador Gerhard Preiss (2003:39), “intenta configurar el aprendizaje de la forma que mejor encaje en el cerebro”. O como lo platea  Anna Forés Miravalles (2009:19), “neurodidáctica es la aplicación de conocimientos acerca de cómo funciona el cerebro y de cómo intervienen los conocimientos neurobiológicos en el aprendizaje para ayudar a que este sea más eficaz y óptimo.”

Los seguidores de la neurodidáctica afirman que la neurociencia puede ayudar a los educadores a desarrollar mejores estrategias didácticas, en el sentido de que todo proceso de aprendizaje va acompañado de una serie de procesos, cambios y reacciones en el cerebro, de esta manera es en la neurobiología donde se encuentra el fundamento científico sobre el cual se puede edificar mejores teorías, herramientas y estrategias didácticas.


4.1.2 ANTECEDENTES DE LA NEURODIDÁCTICA

La neurodidáctica es una disciplina con una trayectoria de algo más de 20 años. Fue el profesor Gehard Preiss, especialista en didáctica  de las matemáticas y educador de la universidad alemana de Friburgo, quien en 1988 empezó a escribir sobre una pedagogía basada en la neurología: la neurodidáctica, que trataba de aplicar los conocimientos de las neurociencias a la enseñanza escolar.

El profesor Preiss propuso el término neurodidáctica cuando tuvo la curiosidad por la relación entre las condiciones neurobiológicas del hombre y su capacidad para aprender, para obtener ideas y  para la enseñanza.  Preiss deseaba encontrar una didáctica que pusiera en manos de los educadores los conocimientos de la neurociencia:
Deseamos investigar sobre la relación entre las condiciones neurobiológicas del hombre y su capacidad de aprender, con el fin de obtener conocimientos para la enseñanza. La aplicación de los resultados, en la planificación y la acción educativa debe ser guiada con el objetivo de preservar la dignidad del hombre y orientada  hacia un mejor aprendizaje. "(Formulado por G. Preiss y G. Frederick de 1992.)
En los inicios de la neurodidáctica hubo mucho escepticismo.  Fue difícil para Preiss convencer a los educadores de que esta nueva clase de didáctica no era un paquete más de conductismo o una didáctica tecnocrática. Lo anterior porque en nuestros días se ha abusado del enfoque científico en las escuelas y se ha descuidado el aprendizaje real del estudiante.
Gehard se encontró con muchos perjuicios basados en la reducción materialista de la didáctica. Por el contrario,  tal reducción fundamental de teoría educativa, que se hiciera popular en pedagogía alemana de los años 1960 y 1970, está lejos de las preocupaciones de Preiss y fuera de la teoría de la neurodidáctica.
Todos esto prejuicios y el escepticismo cambiaron para Preiss, cuando los medios de comunicación masiva empezaron a publicar las investigaciones sobre el cerebro. Lo cual comprobó que la neurociencia había ganado peso en la mayoría de las disciplinas. En muchas publicaciones científicas empezaron a aparecer a publicaciones con el modificar “neuro” (Neuroinformática, neuroetología, comunicación neuronal, neurocomputación). Detrás de estos nuevos neologismos se escondió la búsqueda de  la  "neurodidáctica" para ser  cada vez más aceptada sin prejuicios.
Anna Forés, doctora en filosofía y ciencias de la educación y licenciada en pedagogía de la universidad de Barcelona. Profesora del departamento de didáctica y organización educativa de la universidad de Barcelona. Ha incursionado en el campo de la neurodidáctica desde hace varios años. En su libro “Descubrir la neurodidáctica. Aprender desde, en y para la vida” nos habla de sustituir la rigidez por la plasticidad,  apostar por lo distinto, por aquello que nos hace únicos.
Forés, experta en neurodidáctica pública la importancia de que el aprendizaje esté adaptado al desarrollo de nuestro cerebro. Sacarle el máximo partido. Es fácil aprender si la enseñanza nos ofrece los estímulos intelectuales que necesita nuestro cerebro. Anna  parte de trabajar con la potencialidad de la persona, ¿en qué somos buenos?, descubrir y desarrollar nuestras potencialidades.




La doctorara Lady Meléndez Rodríguez docente de la Universidad estatal a distancia de costa rica, también nos da una mirada sobre la neurodidáctica en su conferencia titulada “Neurodidáctica y el desarrollo de las funciones ejecutivas” (Méndez 2009):

La Neurodidáctica se define como una nueva torre de vigía que emerge directamente de la Neurociencia y de los intentos por aplicar sus más recientes descubrimientos al mejoramiento de los procesos de enseñanza y de aprendizaje […]  Esta nueva disciplina viene aplicándose con la intención de conocer e impulsar el desarrollo de las altas capacidades y de la máxima potenciación de los aprendizajes […]
La Neurodidáctica […] viene a ser esa suerte de eslabón que acaba por reunir lo que la epistemología, la neurología, las ciencias cognitivas, la psicología del aprendizaje y la pedagogía han intentado comprender desde siempre, y que tiene que ver con la mejor manera de aprender que a su vez nos permita organizar la mejor manera de enseñar. Sin embargo, el mérito de este nuevo enfoque se debe a que las investigaciones que desde éste se han generado traen resultados que trastocan a las más arraigadas teorías psicológicas y pedagógicas, dilucidando cómo se activa nuestro sistema nervioso cuando intentamos acercarnos a nuevos objetos de conocimiento.

Todos estos autores, entre otros[1], han defendido su punto de vista sobre la neurodidáctica y la han impulsado al ámbito internacional. Lo cual a generando un gran debate en torno a la educación actual, que podría tomar cómo pilar fundamental las investigaciones sobre el cerebro y su implicaciones para los procesos de enseñanza aprendizaje.





[1] Roberto Paterno (Profesor de la universidad de Morón, Argentina), Anna Iglesias Rodríguez (profesora de la universidad de Salamanca, España),  Israel Gastón Campusano Lobos (Profesor de Educación Técnica de la Universidad metropolitana de ciencias de la educación, Chile).

LA ENTRADA DE INFORMACIÓN


 LA ENTRADA DE INFORMACIÓN
Desde el medio ambiente que nos rodea, recibimos diversos estímulos sensoriales; La luz visible invade la retina de nuestros ojos, los sonidos hacen vibrar la cóclea de los oídos, los diferentes olores llenan los receptores de la nariz, el tacto se activa con un objeto sobre la piel y el gusto se deleita con cada alimento; También recibimos señales sobre el estado de nuestros órganos. Todos estos estímulos generan impulsos electroquímicos que se transmiten a las cortezas sensoriales correspondientes, produciendo sensaciones y percepciones.
“La sensación es el impacto estimular […] que alcanza los diversos receptores sensoriales. Si las sensaciones carecen de significado, las percepciones lo poseen. Estas últimas tienen un carácter activo, frente al pasivo de las sensaciones.” (Nieto Gil 2011: 147).
Las percepciones se almacenan en la memoria. Cada vez que tenemos una nueva sensación buscamos entre las percepciones guardadas, derivadas de experiencias pasadas, aquellas que se parecen a la nueva sensación  con el fin de darle significado. Según Nieto Gil (2011: 149): “Inconscientemente integramos nuestras percepciones en categorías que hemos aprendido […]. Si la imagen vista coincide con un patrón almacenado en el centro de la memoria… se reconoce el objeto”.
Las sensaciones y percepciones pueden ser de diversas formas dependiendo del órgano sensorial que la capte: sensaciones visuales, auditivas, táctiles (que pueden ser cenestésicas, kinestésicas, térmicas y dolorosas), gustativas, olfativas y propioceptivas (las que no vienen del entorno externo sino de nuestra propia corporalidad). Y son procesados en conjunto por varias áreas corticales ubicadas en el lóbulo frontal y el lóbulo parietal.
Para procesar los estímulos sensoriales, tenemos dos sistemas encargados de conducirlos a diversas estructuras en el cerebro. Una vía rápida y emotiva, dirigida por la amígdala. Y otra lenta y más consciente gobernada por la corteza frontal.
Por el primero, la información procedente de los receptores sensoriales llega al tálamo y desde allí se dirige a la amígdala,  estructura encargada de valorar emotivamente la información. Es una vía rápida con el fin de que toda información relacionada con la supervivencia física, psíquica o social pueda tener una respuesta adecuada en milisegundos. La respuesta más inmediata es focalizar la atención sobre los estímulos potencialmente  desagradables o agradables: en el primer caso, para huir, luchar o esconderse en  el segundo caso, para dirigirse hacia la fuente de los estímulos que promete gratificación. No obstante, la amígdala proyecta sobre la corteza cerebral haciendo consciente la información percibida.
El otro sistema de procesamiento de la información es más lento. La infamación que llega desde los receptores sensoriales también alcanza al tálamo y acto seguido llega a la corteza sensorial y frontal. La corteza frontal controla el movimiento de los receptores sensoriales, dirigiendo, fijando o cambiando atención consciente hacia el primer plano, relacionando esa situación presente con las experiencias previas que se conservan en la memoria. (Nieto gil 2011:156)

¿DÓNDE COMIENZA EL APRENDIZAJE?


¿DÓNDE COMIENZA EL APRENDIZAJE?

La respuesta a esta pregunta, algunos ya la podemos intuir después de haber leído los apartados anteriores, por supuesto, en el cerebro. Es en él donde nacen todas las maravillas de la especie humana y en donde almacenamos, transformamos, acomodamos y aprovechamos todo el conocimiento que nos ha heredado nuestra ascendencia. “Comprendiendo como aprende el cerebro, podemos utilizar mejor los recursos educativos. No solo ahorraremos dinero sino, lo que es más importante, alcanzaremos más éxito con los alumnos”. (Jensen 2004:21)

La mejor función que lleva a cabo el cerebro, es la del aprendizaje. De la misma manera, éste moldea nuestro cerebro con cada nuevo estímulo. Generando, infinidad de conexiones neuronales

Primero, cuando algún tipo de estímulo llega al cerebro se desencadena el proceso. Puede ser interno (una tormenta de ideas o debate creativo) o una nueva experiencia, como resolver un rompecabezas. Luego, el estímulo se distribuye y procesa en varios niveles. Finalmente, tiene lugar la formación de una memoria potencial. Eso significa simplemente que las piezas están en su lugar de manera que la memoria se pueda activar con facilidad. Como educadores, vale la pena que empleemos tiempo en comprender lo básico de esos hechos porque puede damos algunas ideas útiles de cómo aprenden los alumnos. (Jensen 2004:29)

Los estímulos cambian el cerebro, en especial si está siendo generado por una nueva tarea. Al principio el estímulo provoca una fuerte descarga eléctrica en nuestras neuronas, lo que incita la liberación de neurotransmisores del axón de una neurona a las dendritas de otra, produciendo así, una sinapsis. Finalmente, la estimulación eléctrica repetida, incrementa el desarrollo de la célula mediante la mielinización de los axones y la ramificación de las dendritas. Esto nos ayuda a que el nuevo aprendizaje se vuelva más práctico y eficiente.
Para nuestro cerebro, siempre estamos haciendo algo que ya sabemos hacer o algo nuevo. Si estamos repitiendo un aprendizaje anterior, hay una buena oportunidad para que las vías neuronales se vuelvan cada vez más eficaces. Lo hacen mediante la mielinización […] Una vez que se ha producido tal proceso, el cerebro se vuelve más eficiente. Hanneke van Mier y Steve Peterson, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, descubrieron que aunque muchas áreas del cerebro se “encienden” en una exploración PET cuando se inicia una nueva tarea, el cerebro se “enciende” menos y se utiliza menos cuanto mejor se aprende la tarea. Los novatos utilizan más su cerebro, pero son menos eficientes en la forma como lo utilizan. Esta cualidad ilustra lo rápidamente que nuestro cerebro se adapta y se readapta. (Jensen 2004:30)

EL CAMBIO DE LOS MODELOS EDUCATIVOS TRADICIONALES A LOS MODELOS INFLUIDOS POR LAS NEUROCIENCIAS


EL CAMBIO DE LOS MODELOS EDUCATIVOS TRADICIONALES A LOS MODELOS INFLUIDOS POR LAS NEUROCIENCIAS

Durante las últimas dos décadas se ha estado gestando una gran revolución con respecto a la influencia que tiene del cerebro y sus procesos psiconeurofisiológicos en las estrategias de enseñanza y aprendizaje, estamos a las puertas del cambio en la educación actual. Comprender como funciona el cerebro y su preponderancia sobre la formación de los niños, niñas y jóvenes implica cambiar la perspectiva de muchos educadores con respecto a los planteamientos tradicionales[1] de las escuelas, colegios y universidades contemporáneas. Tal como plantea Eric Jensen (2004:11) “Esta revolución cambiará el momento de comenzar a ir a la escuela, las políticas de discipli­na, los métodos de evaluación, las estrategias de enseñanza, las prioridades presupuestarias, los entornos de aula, el uso de la tecnología e incluso el modo de pensar acerca de las artes y de la educación física”.

El modelo educativo que imperó durante gran parte de la historia del hombre era bastante sencillo. Si se deseaba aprender acerca de algo, se acudía a una persona que tuviera destrezas o conocimientos de ese tema y se aprendía de ella. Con la Revolución Industrial  esto se modifico, surgió un nuevo modelo con la idea de que se podía reunir a todas las personas en un único lugar y ofrecer una educación igual y sistematizada. O como diría  Jensen (2004:11) “un  modelo  tipo Cinta transportadora” [tal y como se construyen los autos en las fabricas] por ello fue denominado el “modelo fábrica” y se hizo popular durante el siglo XIX y parte del siglo XX” se fundamentaba en la instrucción de comportamientos tales como la obediencia, el orden, la unidad y el respeto a la autoridad.

Esto cambió cuando surgieron las teorías conductistas, durante los años 1950 y 1960, influidas  por los dogmas de los psicólogos J. Watson y B. F. Skinner. Los cuales afirmaban que no se podía saber lo que ocurre dentro del cerebro, pero ciertamente se podía ver lo que ocurría afuera. Si se miden las conductas y se aprende a modificarlas se pueden reforzar las que se desean y se reprimen a través del castigo las que no.

Durante las últimas décadas del siglo XX empezó a surgir un nuevo paradigma gracias a los avances tecnológicos que se dieron entre los años 1970 y 1990, incursiones en cerebros vivos a través de diferentes técnicas de imagen, tales como la resonancia magnética (IRM) y la tomografía por emi­sión de positrones (PET) cambiaron la forma en que pensa­mos, vivimos y aprendemos.  Estos dispositivos nos dieron nuevos modos de comprender y ver el interior del cerebro.

El apogeo de los  hallazgos neurocientíficos  ha revelado asombrosas percepciones sobre el cerebro y el aprendizaje. Ahora conocemos las bases biológicas de la mayoría de las conductas que los estudiantes presentan en el aula.  Esto ha provocado interacciones entre el profesorado y los científicos cerebrales, a pesar de que actualmente casi no hay literatura que ligue las ciencias del cerebro con la educación, pues dicha literatura en su mayoría contiene terminología especializada que los docentes no comprenden.

Sin embargo, lo que si podemos empezar a darnos cuenta como maestros, es aquella gran oportunidad que estamos desaprovechando para mejorar el potencial de nuestros estudiantes a través de la comprensión del funcionamiento de cerebro, tal y como lo plantean Blakemore y Frith (2011: 21-22):

El cerebro ha evolucionado para educar y ser educado […] El cerebro es la maquina gracias a la cual se producen todas las formas de aprendizaje […] Naturalmente, el cerebro es también el mecanismo natural que pone límite al aprendizaje. Determina lo que puede ser aprendido, cuánto y con qué rapidez. […] Sólo comprendiendo cómo el cerebro adquiere y conserva información y destrezas seremos capaces de alcanzar los límites de su capacidad para aprender.

Con lo anterior, tal vez, los profesores podríamos ver que muchas de las creencias tradicionales sobre la educación fueron construidas sobre arena y ahora se están desmoronando.


[1] Modelos tradicionales, desde la visión del conductismo de Skinner (1977)