Neurodidáctica

Enseñar y aprender con todo el potencial del cerebro

miércoles, 27 de marzo de 2013

¿Cómo trabaja la memoria?



La memoria

Se entiende por memoria la estructura cognitiva en la que se almacena la información. Los procesos de almacenamiento reciben el nombre de aprendizaje. Recordar o evocar es equivalente a recuperar la información almacenada en las estructuras de la memoria. La información que desfila delante de los sentidos, es enfocada por la atención y, si presenta un interés para el individuo por suponer un medio de cubrir necesidades presentes o futuras, se procesa y graba. La memoria supone un registro más o menos duradero, del que es posible en ciertas condiciones, recuperar la huella, más o menos recreada. La recuperación puede ser espontánea o intencional. En el primer caso, el recuerdo presenta en la consciencia sin haber sido llamado; tal vez aparezca cuando algo presente posee alguna relación con un objeto conservado en la memoria. En el segundo caso, es el propio individuo el que “rebusca” en su almacén memorístico aquel recuerdo que necesita para resolver una situación, más o problemática.


La memoria como selección de experiencias
La  memoria no puede grabar y retener toda la información que llega al individuo desde los sentidos externos e internos, ni siquiera la información atendida. De todas las experiencias vividas, la memoria retiene temporalmente algo y bastante lo archiva de modo duradero; el resto inmenso lo desecha y se pierde de  modo irrecuperable, pues es toda la información que el individuo consciente o inconscientemente ha considerado superflua, sin valor ni utilidad para futuras situaciones.

Tabla 1. Cuadro general de los múltiples sistemas de memoria (Adaptado Nieto Gil 2011)

 La memoria implícita
Subrayemos que la respuesta en todos los subsistemas de la memoria implícita se presentan, queramos o no, en la conciencia o en la conducta. La memoria implícita es inconsciente y no se ve afectada por lesiones, como sucede con la memoria explícita episódica.
Clasificación de los subsistemas de la memoria implícita
b) Memorias por condicionamiento.
I) Memoria de asociaciones estimulo-respuesta.
II) Memoria emocional (asociaciones de emociones  a hechos, o lugares y situaciones, por la presencia simultánea de ambos).
c) Memoria espacial.
d) Memoria motora.
e) Memoria de asociación de estímulos olfativos o gustativos.
f) Memoria no asociativa (sensibilización y habituación).

 Memoria explícita
El sistema de memoria explícita es fruto del aprendizaje explícito, con partición activa del aprendiz. No se fundamenta en la repetición de asociaciones arbitrarias estímulo-respuesta, sino en la comprensión de las relaciones existentes entre los significados.

Existen dos tipos de memoria explícita: la memoria a corto plazo (la memoria operativa o de trabajo) y la memoria a largo plazo. La memoria explícita a corto plazo se presenta en dos variantes: la propia memoria a corto plazo y la memoria operativa o de trabajo. La memoria explícita a largo plazo presenta dos variantes: la memoria episódica o autobiográfica, y la memoria semántica o conceptual. La primera es de recuperación espontánea, generalmente visual, de fiabilidad decreciente a medida que transcurre el tiempo. La memoria semántica por el contrario, conserva los conocimientos sistematizados sobre la realidad.

 El sistema de la memoria explícita a corto plazo
Sylwester (1995) definió la memoria a corto plazo como aquel espacio de la memoria inicial que permite retener unas pocas unidades de información que se conservan por un muy breve lapso de tiempo, mientras se determina la relevancia que tiene esa información para el sujeto.

La memoria a corto plazo depende, entre otros factores, de la atención que  el sujeto ponga sobre los contenidos de la memoria sensorial, según la relación que  esos contenidos tengan con las propias necesidades e intereses del concreto individuo y la repetición de los bloques de unidades de información.

Es bueno saber que un niño de 5 años retiene una serie de dos elementos; uno de 7 años es capaz de repetir una hilera de tres elementos, uno de 11 años, cinco elementos. A partir de los 15 años, el número de elementos retenidos se incrementa en una unidad por cada dos años. Por esto, conviene enseñar a los alumnos a agrupar los elementos en bloques con significado a partir de elementos informativos. Los alumnos deberían relacionar lo nuevo que acaban de oír al profesor o leído en los textos, con lo ya poseído, aprovechando los vínculos que existen entre ellos, lo que facilita la integración.

La memoria a corto plazo presenta una duración breve, a diferencia de la memoria a largo plazo, que posee una capacidad y una persistencia, más o menos, ilimitada. El acceso a la memoria a corto plazo es instantáneo, antes de que el recuerdo se desvanezca.

 La memoria explícita a largo plazo y la memoria episódica
La memoria explícita a largo plazo es el producto resultante del procesamiento explicito de información declarativa, retenida, de modo duradero. La memoria explícita o declarativa es el único sistema de memoria en el que tienen sentido hablar de evocación consciente. La persistencia o duración de los elementos de la memoria declarativa a largo plazo es ilimitada, como también  en principio, es ilimitada su capacidad.

Claramente se distinguen dos tipos de memoria explícita a largo plazo: la memoria episódica o autobiográfica y la memoria semántica o conceptual. La primera conserva imágenes de sucesos vividos durante la propia vida. La segunda guarda la red de conceptos y hechos unidos por relaciones isomórficas a las que se supone existen en la realidad.

El  siguiente cuadro (Manuel De vega, 1998: 200) presenta algunas diferen­cias entre la memoria episódica y la memoria semántica.

Memoria episódica
Memoria semántica
Organización espacial y temporal
Organización conceptual
Referencia autobiográfica
Referencia cognitiva
Gran interferencia y olvidos
Escasa interferencia
Retiene información recogida de experiencias impactantes para el sujeto
Retiene información comprendida y aprendida de modo intencional o espontáneo
Sin capacidad inferencial
Con capacidad inferencial
Retiene eventos

Retiene conocimientos
Tabla 2. Diferencias memoria episódica y semántica

La transferencia  de contenidos de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo es de carácter selectivo y, en raros casos, es una mera transposición mecánica de contenidos, pues las transferencias se revisten con las características de una abstracción o una reelaboración.

·         Naturaleza de la memoria semántica
La memoria semántica es declarativa, explícita y categorial, pues sus contenidos pueden ser expresados mediante un lenguaje de forma intencional; asimismo es explícita, porque el sujeto participa conscientemente en la codificación, almacenamiento y recuperación de los contenidos y porque éstos son adquiridos por aprendizaje explícito. También es de carácter categorial, pues sus contenidos están integrados en categorías, resultado de la abstracción, y portan significados. Su capacidad es ilimitada, si bien se van perdiendo detalles de menor importancia a medida que transcurre el tiempo.
Un rasgo muy importante de los almacenes de la memoria semántica es su carácter jerárquico (Collings, 1996). Los contenidos de la memoria semántica son intemporales y más fiables que los recuerdos de la memoria episódica. No obstante, los contenidos de la memoria semántica son dinámicos y plásticos, sujetos a los cambios que los nuevos hallazgos científicos les afectan.

Para recuperar la información almacenada en la memoria semántica, se apro­vechan las relaciones existentes entre los conceptos, según los rasgos definitorios que los diferencian. Cuando se activa un concepto, surgen otros relaciona­dos (asociados por los rasgos que comparten).

Gráfico 1.  Fases clave en los procesos de almacenamiento de recuerdos (Adaptado Jensen 2004:148)

Gráfico 2.  Vías de recuerdo (Adaptado de Jensen 2004:147)

 Sugerencias prácticas[1]
Utilizar el proceso erróneo de recuperación lleva generalmente a un déficit de rendimiento: “olvidar”. En sí mismo, eso no es un fracaso. Pero con el paso del tiempo, contribuye a una imagen baja de sí mismo y a menos esfuerzo. Hay vínculos entre la capacidad de recuerdo, una mayor autoestima y el éxito escolar. Lo importante es que resulta bastante sencillo hacer los cambios necesarios para promover estos elementos.



·         Estrategias declarativas explícitas
El modo de recuperar este tipo de enseñanza se hace activando las rimas, visualización, las reglas mnemotécnicas, las palabras asociadas, música y debates. De otro modo, leer sólo un capítulo se convierte en un hecho poco significativo. Se deben recordar a los alumnos que interrumpan a menudo la lectura (cada cuarta parte de una o media página) y tomen notas, hablen sobre lo que se lee o reflexionen sobre ello. También es útil hacer un repaso oral o escrito, tanto a diario como semanalmente. Los alumnos pueden trabajar en parejas o rotar en equipos para hacer revisiones diarias. Se pueden repetir las ideas claves en el plazo de diez minutos desde el momento de la enseñanza, luego 48 horas después, y finalmente recopilar todo siete días más tarde. La enseñanza espaciada, con pausas e intervalos para la reflexión, es valiosa. Sin el tiempo de procesamiento tranquilo, gran parte de la enseñanza nunca se transforma en recuerdo a largo plazo.

Para afrontar las limitaciones de la memoria de trabajo, hay que fragmentar lo que se desea recordar. Cuando se den orientaciones e instrucciones a alumnos de seis a nueve años, es mejor emplear informaciones pequeñas, de uno a tres ítems cada vez. Para alumnos mayores, con edades entre los diez y los diecisiete años, se puede emplear hasta siete.

Morris y Cook (1978) afirman que es útil enseñar a los alumnos cómo utilizar acrósticos (la primera letra de cada palabra clave forma una nueva palabra). Los planetas son: "Mi Venado Tiene Miedo" (Mercurio, Venus, Tierra, Marte…). Durante años, hemos aprendido las notas musicales sobre las líneas de la clave de fa memorizando una frase adecuada.

Para ayudar a los alumnos a aprender definiciones, muchos profesores les piden que hagan imágenes de acciones para vincular palabras y comprueban con éxito que los mapas mentales u otros organizadores gráficos ayudan a los alumnos a mantener viva su enseñanza. Algunos profesores les piden que trabajen en grupo para crear en una cartulina un mapa mental semanal. El mapa mental tiene un tema organizador central (como un autor, un tema científico o un concepto matemático) y unas ramificaciones que aportan el detalle.

Recordamos mejor el material cuando está estructurado, tiene sentido y se localiza lo más importante al comienzo y al final. Resulta eficaz iniciar y terminar la clase con las tres palabras o conceptos claves del día. Utilizar música, anuncios o trajes para presentarlos. Hacer una introducción para debates personales o controvertidos que comprometan emocionalmente a los alumnos. Al final, es positivo pedir que compartan lo que han aprendido con sus compañeros.

Además, los conjuntos estudiados antes que las partes, se recuerdan mejor. Si el asunto es una obra de Shakespeare o una tarea en anatomía, nuestra mente recuerda mejor con el contexto, una comprensión global e imágenes para recordar. Se podría presentar a Shakespeare mostrando primero una cinta moderna de vídeo o haciendo un mapa panorámico. Una vez que los alumnos comprendan la importancia y los temas en conjunto, estudiar los detalles y profundizar tiene más sentido. En Anatomía, estudiar primero el cuerpo entero aportará una mejor comprensión de las partes que lo componen.

Es útil poner carteles para crear contextos más eficaces visualmente. Hagamos que los alumnos dibujen, organicen o simbolicen los puntos claves en papel continuo, asegurándonos de que son fáciles de leer, usar ilustraciones y destacar con colores intensos. Conviene ponerlos a la vista sobre la pared y dejarlos durante semanas después de la enseñanza. Hay que hacer y utilizar murales (como paneles de historietas de gran tamaño) de las ideas principales. Lo mejor es que sean los propios alumnos quienes hagan todo este proceso.

También es importante pedir a los alumnos que enseñen a los demás lo que ellos han aprendido. Pueden formar parejas con otros de niveles de cursos diferentes o con un adulto. Es bueno crear oportunidades para que los alumnos hablen de la enseñanza; subdividir y enseñar pequeñas partes. Los alumnos pueden resumir con sus propias palabras lo que acaban de aprender, pero es más eficaz cuando se les pide que analicen o fraccionen su enseñanza en partes más pequeñas. Los estudios muestran (Matthews, 1977) que es el análisis del material lo que ayuda a recordarlo.

Se recuerda más cualquier enseñanza que haya sido interrumpida temporalmente. Las situaciones tensas ayudan. Conviene plantear un problema urgente e importante para resolver, y permitir el debate creativo para lograr soluciones hasta el día siguiente. Recordamos mejor el material cuando lo hemos reorganizado. En un aula, el tiempo atmosférico se podría entender desde el punto de vista de los beneficios o de los daños producidos, su geografía, mitología, historia meteorológica pasada o la repercusión de la tecnología.

La actitud es importante. Hay que decir a los alumnos: "Sí, podéis". Comencemos con una nueva actitud respecto a la memoria y al recuerdo. Evitemos decir: "Tengo que retroceder, he olvidado algo." Más exacto es decir: "Acabo de recordar algo. Tengo que retroceder." Dicho de otro modo: nunca olvidamos nada, simplemente lo recordamos más tarde de lo que queremos.

·         Estrategias episódicas
La película El club de los poetas muertos mostraba ejemplos de por qué los alumnos recordaban tantas cosas que les enseñaban sus profesores. Había cambios de lugar, circunstancias, empleo de emociones, movimiento y posiciones nuevas en el aula. Sabemos que los alumnos recuerdan mucho más cuando la enseñanza está conectada con un viaje por el campo, música, un desastre, un orador invitado o un nuevo lugar de aprendizaje. Conviene por tanto recurrir a un debate, redacción de boletines, un proyecto o enseñanza entre alumnos, utilizar cambios de lugar (contexto), etc. Para realzar el recuerdo y codificar o "marcar" mejor la enseñanza, hay que impartir los conceptos en lugares diferentes de modo que cada lugar sea una pista clave para el contenido.

Debemos ayudar a los alumnos a emparejar enseñanza y situaciones de examen. Los estudios nos dicen que las únicas situaciones de emparejamiento con bajo recuerdo eran los estados de ánimo neutros. Aparentemente, aprender y examinarse con tristeza o aprender y examinarse contentos es mucho mejor que aprender y examinarse sin emoción alguna. La discrepancia entre estados de aprendizaje y situaciones de examen es bien conocida entre los investigadores como una fuente de pérdida de rendimiento (Bower, 1991 y Overton, 1984). Hay dos modos de influir sobre este fenómeno. Primero, enseñar a los alumnos cómo manejar mejor sus propios estados de ánimo en época de exámenes (por ejemplo, mediante métodos de relajación o charla positiva consigo mismos). Segundo, repetir la enseñanza en diversos estados para promover la "capacidad de recuperación del recuerdo". Esta estrategia significa que los alumnos pueden recordar la enseñanza durante un examen porque han aprendido en una diversidad de situaciones.

Muchos profesores inteligentes emplean los repasos en distintos estados para que los alumnos puedan llegar a habituarse a la gama de emociones que probablemente sienten en tiempo de exámenes. Eso significa emplear concursos públicos, presentaciones en grupos pequeños y una práctica estructurada haciendo exámenes ficticios cronometrados. Esto dará a los alumnos soltura en muchas situaciones, una de las cuales puede emparejarse con la del examen. Es conveniente examinar en la misma aula donde los alumnos aprendieron la materia. Esto estimulará mejor las condiciones de evaluación; y los estudios sugieren que es más probable que se examinen "a la altura" de sus niveles de aprendizaje.

Resulta efectivo crear recuerdos de acontecimientos más intensos trayendo a un orador invitado para dar un énfasis especial (quizá alguien del propio centro docente), cambiar el lugar de impartir la clase de un lado del aula a otro y crear días temáticos (día escéptico, día de repetición, día del cerebro, día opuesto) o semanas (otoño, naranja, deportes) para dar color a la enseñanza. En el "día escéptico" se pide a los alumnos que pongan en tela de juicio sus supuestos acerca de casi todo lo que saben. Durante una semana monográfica, se produce un mayor número de asociaciones. Por ejemplo, si la clase está estudiando Anatomía durante la "semana de deportes", las conexiones adicionales de los deportes y el cuerpo humano dan mayor interés al tema. Los estudios en la vida real de la enseñanza monográfica en el aula sugieren que es común que la cantidad de aprendizaje se duplique con éstos métodos (Bower, 1973).

·         Estrategias de procedimiento
Casi todo se puede hacer con movimiento. Si hay que hacer tres observaciones, pidamos a los alumnos que se pongan de pie y que den tres pasos en cualquier dirección. Es positivo introducir la primera de las tres observaciones como una visión previa, incluyendo una acción para ayudar a enlazarla con el tema de fondo. Pidamos a los alumnos que caminen tres pasos más. Repetir esta fase. Después de haber expuesto las tres observaciones, hacer que se sienten. Eso es un ejemplo sencillo de aprendizaje corporal, como el empleo de danza, escultura, manualidades y respuesta física a la enseñanza.

Conviene insertar emociones en la enseñanza, como añadir una pequeña celebración diaria. Dado que los primeros y los últimos minutos de una clase producirán las impresiones más intensas, es mejor dedicar más tiempo a expresar emociones en el centro del aula. También es oportuno crear juegos de rol, escenas de mejora o repeticiones, hacer que los alumnos lleven a cabo presentaciones a la clase, hacer que por parejas, hablen de lo que han aprendido, elaborar o rehacer una canción, reescribir la letra de un antiguo rap con los términos o ideas claves, construir un modelo de trabajo que abarque las principales ideas expuestas, organizar sesiones de teatro leído, leer los puntos que deseamos recordar con música instrumental adecuada como fondo, elaborar un relato utilizando los elementos claves, lo que aportará un contexto lleno de sentido, cuya trama dará una base a la asociación de ideas de modo que una permita desencadenar la siguiente. Los estudios en este ámbito son numerosos e incluyen los de Bartlett y Santrock (1979) y Bower (1981).

·         Estrategias reflexivas
El espacio en blanco para rellenar en un examen escrito puede ser el estímulo para la recuperación semántica o reflexiva; cómo se aprendió el material cuánta revisión se hizo. A mayor práctica, más "automatizada" está la enseñanza, y más probable es que se vuelva reflexiva. La repetición instantánea de tarjetas, los juegos y otras actividades de reacción rápida pueden ayudar a almacenar y recuperar recuerdos. La naturaleza automática de un rap puede desencadenar recuerdos implícitos mediante los movimientos físicos y las claves auditivas. Muchos alumnos que lamentablemente fracasan en los intentos de almacenamiento y recuperación semánticos, logran éxitos con el uso del rap y otras estrategias reflexivas.

Ciertamente, existe algo más que la memoria para obtener una mejor educación. Podemos preguntarnos: ¿Cuánta enseñanza escolar se requeriría para la memorización? o ¿Está capacitado el profesor para dejar a los alumnos que descubran cómo mejorar su recuerdo o para conseguir que encuentren cómo aprender impartiéndoles estas estrategias? Aunque se resalta menos la necedad de memorizar mucha información material (excepto en los niveles universitarios en Ciencias, Medicina y Derecho) es aún una destreza fundamental, y en tanto siga siéndolo, los educadores harían bien en ofrecer a los estudiantes las estrategias aquí descritas.



[1] En adelante algunas anotaciones puntuales son de Jensen 2004: 154-158